Somos (We are), individual exhibition of the Venezuelan photographer Ricardo Arispe is a project made by Carmen Araujo Art in partnership with La Hacienda La Trinidad Cultural Park, which occupied the rooms of Secadero 3 La Hacienda from August 13 to September 17.
With a graphic game of signs, images and referential narratives, Ricardo Arispe reflects on the Venezuelan political crisis in some of its most reveling aspects, producing visual contents capable of showing the heterogeneity of the social theme that is involved. The photographer conveys the strength and the drama of street protests, and the excessive violence used to repress them, by proposing us a set of portraits with “gas masks”, in which the person portrayed not only finds asylum and place, but also becomes an agent of their own freedom by, paradoxically, hiding behind a device that makes their faces disappear.
Also, Arispe disarms one of the emblems of formal iconography, fracturing and exposing their fragility producing a “mural” of multiple sets of eyes, of different figures , in which the pretended unity consolidates its emptiness, its condition of mere absence. Finally, it points out to the crisis theme: an expropriated and looted republic, a an outlaw system that has shattered the economy, it presents this by a graphic account of the Venezuela’s inflation, of the accelerated devaluation of the bolívar fuerte, of the shortages and hunger that economic deterioration produces.
(SPANISH)
#SOMOS, Carmen Araujo Arte, Caracas
Somos exposición individual del fotógrafo venezolano Ricardo Arispe es un proyecto realizado por Carmen Araujo Arte en alianza con Hacienda La Trinidad Parque Cultural, que ocupará las salas del Secadero 3 de la Hacienda a partir del 13 de agosto al 17 de septiembre.
Con un juego gráfico de signos, imágenes y discursos referenciales, Ricardo Arispe interpela reflexivamente la crisis política venezolana en algunos de sus aspectos más reveladores, produciendo unos contenidos visuales capaces de dar cuenta de la heterogeneidad del cuerpo social que se encuentra involucrado. Por una parte, el fotógrafo desnuda la fuerza y el drama de las protestas callejeras, y de la violencia desmedida con la que se han reprimido, cuando nos propone un conjunto de retratos con “máscaras antigás”, en los que la persona no sólo encuentra asilo y lugar, sino que además se convierte en agente de su propia voluntad libertaria desde el paradójico ocultamiento detrás de un dispositivo que hace desaparecer el rostro.
Asimismo, Arispe desarma uno de los emblemas de la iconografía oficial, fracturando y poniendo al descubierto sus fragilidades al producir un “mural” de múltiples miradas, de distintas figuras y fisonomías, en los que la pretendida identidad unitaria consolida su vaciamiento, su condición de mera ausencia. Por último, apunta hacia el sustrato de la crisis: una república expropiada y saqueada, un sistema forajido que ha destrozado la economía, se hace presente en un relato gráfico de la inflación, de la devaluación acelerada del bolívar fuerte, de las carencias y el hambre que el desmantelamiento económico produce.